Vivía feliz hasta que me arrancaron el cuento de hadas de mis manos. Mis ojos dejaron de admirar esas imágenes románticas y esos textos esperanzadores y felices; pasaron a admirar la realidad.
Levantar la vista y ver que solo me rodea sufrimiento, traición, dolor, tristeza y mentiras...
Levantar la vista y notar que solo hay personas pintadas y no llego a ver sus ojos, no llego a verlos realmente.
Levanto la vista y de repente todo se desaparece, y siento un dolor punzante en mi corazón.
Levanto la vista y era mi príncipe azul.
Cierro los ojos.
Caigo. Lento, muy lento.
Abro los ojos, allí estaba él, dándome la espalda.
Allí estaba él, riendo.
Allí estaba él, mi príncipe azul dejándome abandonada.
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